lunes, 12 de abril de 2010
lunes, 2 de noviembre de 2009
Ser felíz es fácil
Un catorce de noviembre a las tres de la tarde decidí llevar mi auto al taller, era una tarde agradable como cualquier otra. El mecánico se me acercó y me dijo que el arreglo llevaría una hora y que podía pasar luego a buscar el auto, así que decidí caminar hasta la rambla y hacer tiempo.
Me senté cómodamente al sol con la intención de disfrutar aquel tiempo libre, pero lo que sucedió esa tarde cambiaría el rumbo de mi vida. Mientras esperaba, sin hacer nada y observaba los autos y a las personas pasar, comencé a sentirme culpable de no estar haciendo algo, pensé… estoy perdiendo mi tiempo, me siento inútil, podría estar aprovechando este tiempo para adelantar mi trabajo, etc. Estos pensamientos negativos comenzaron a atormentarme y no parecían detenerse, cada minuto que pasaba me sentía más culpable que el anterior.
Recuerdo que esa hora de espera se volvió eterna, pero me hizo reflexionar sobre mi vida, ¿por qué me sentía culpable por no estar haciendo algo? ¿Es que siempre debía estar haciendo? ¿Qué valor le estaba asignando al ocio o al esparcimiento en mi vida?
Dos meses más tarde, preparé mi carpa y mi mochila, revisé el aceite de mi auto, compré algunas provisiones y partí para el Cabo Polonio donde planeaba comenzar mi aprendizaje sobre el auto-conocimiento. Llevaba dos buenos libros, música tranquila y lo necesario para pasar una semana en absoluta contemplación y soledad.
Aquella primera puesta de sol en la playa, permanecí una hora sentado solo frente al mar, escuchando el ruido de las olas mientras reinaba la paz y la tranquilidad…, hasta que volvió a suceder! Pensamientos como… ¿y qué haré esta noche? ¿Conoceré a alguien hoy?, Ojalá alguien pase y se me acerque y me pregunte que estoy haciendo! Estos cuestionamientos se sucedían sin cesar; mis deseos me acosaban y en cuestión de tres minutos ya estaba nuevamente sumergido en un océano de insatisfacción y sufrimiento.
¡A la mañana siguiente, recogí mis cosas y me volví a la ciudad!
Me había dado cuenta de que no alcanzaba con aislarme u ocupar mi mente con un buen libro o una buena canción, debía aprender a estar solo, debía aprender a manejar mis pensamientos, a tomar las riendas de mi mente.
Me senté cómodamente al sol con la intención de disfrutar aquel tiempo libre, pero lo que sucedió esa tarde cambiaría el rumbo de mi vida. Mientras esperaba, sin hacer nada y observaba los autos y a las personas pasar, comencé a sentirme culpable de no estar haciendo algo, pensé… estoy perdiendo mi tiempo, me siento inútil, podría estar aprovechando este tiempo para adelantar mi trabajo, etc. Estos pensamientos negativos comenzaron a atormentarme y no parecían detenerse, cada minuto que pasaba me sentía más culpable que el anterior.
Recuerdo que esa hora de espera se volvió eterna, pero me hizo reflexionar sobre mi vida, ¿por qué me sentía culpable por no estar haciendo algo? ¿Es que siempre debía estar haciendo? ¿Qué valor le estaba asignando al ocio o al esparcimiento en mi vida?
Esta experiencia fue el motor de mi cambio.
Me dije… debo aprender a disfrutar de mi tiempo libre, debo profundizar en la relación que tengo conmigo mismo, debo aprender a estar bien aunque no esté haciendo.
Dos meses más tarde, preparé mi carpa y mi mochila, revisé el aceite de mi auto, compré algunas provisiones y partí para el Cabo Polonio donde planeaba comenzar mi aprendizaje sobre el auto-conocimiento. Llevaba dos buenos libros, música tranquila y lo necesario para pasar una semana en absoluta contemplación y soledad.
Aquella primera puesta de sol en la playa, permanecí una hora sentado solo frente al mar, escuchando el ruido de las olas mientras reinaba la paz y la tranquilidad…, hasta que volvió a suceder! Pensamientos como… ¿y qué haré esta noche? ¿Conoceré a alguien hoy?, Ojalá alguien pase y se me acerque y me pregunte que estoy haciendo! Estos cuestionamientos se sucedían sin cesar; mis deseos me acosaban y en cuestión de tres minutos ya estaba nuevamente sumergido en un océano de insatisfacción y sufrimiento.
¡A la mañana siguiente, recogí mis cosas y me volví a la ciudad!
Me había dado cuenta de que no alcanzaba con aislarme u ocupar mi mente con un buen libro o una buena canción, debía aprender a estar solo, debía aprender a manejar mis pensamientos, a tomar las riendas de mi mente.
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sábado, 31 de octubre de 2009
Una Universidad para aprender a ser feliz
Una Universidad para aprender a ser feliz.
En un mundo donde lo material ha sustituido a lo esencial, donde alcanzar paz y armonía en las relaciones entre individuos y naciones no es la moneda más corriente, quedan aún lugares para no perder la esperanza. Hasta uno de ellos llegó BERNIK MAGAZINE, en busca de los secretos de la buena salud, la vitalidad y el bienestar interior.
Un lugar único en el mundo.
Dicen los sabios que el viaje más largo que un hombre puede realizar es desde su cabeza a su corazón. Y ese viaje lo podemos hacer sin movernos de casa. Sin embargo, los viajeros apasionados no escatimarán esfuerzos hasta encontrar esa experiencia de realización personal, aunque ello implique tener que ir más lejos de lo que hubiesen imaginado.
Del otro lado del globo, en la India de los constrastes, donde llegan inquietos turistas e incansables buscadores, existe una Academia para un mundo mejor.
Tras un largo vuelo en avión, doce horas de tren por el valle, y cuarenta y cinco minutos de ómnibus o taxi subiendo montañas bajo la mirada atenta de vacas, búfalos y monos, llegamos a Gyan Sarovar (El Lago del Conocimiento). Esta es la Academia de la Universidad Espiritual Mundial Brahma Kumaris, que congrega a personas de todas las culturas, abiertas a reveladoras enseñanzas y espacios de fermental silencio.
Desde 1995, Gyan Sarovar, que fue construida en cinco años con la cooperación de voluntarios del mundo entero sobre un predio ecológico llamado originalmente Salgao, es hoy capaz de alojar a 1500 personas. Dotada de una arquitectura moderna e infraestructura de última generación, pero respetando la naturaleza, las aulas reciben cada año, unos 4000 estudiosos de la mente y el corazón humanos. ¿Cómo ser más pacientes, tolerantes, amorosos, auténticos, equilibrados? En definitiva, ¿cómo ser más felices?
Descubriendo secretos para vivir mejor.
Un experimentado yogui con décadas en la práctica de la meditación, conocedor profundo de los procesos internos que mueven nuestras vidas, nos habló sobre una clave para la felicidad: permanecer leves.
Descubriendo secretos para vivir mejor.
Un experimentado yogui con décadas en la práctica de la meditación, conocedor profundo de los procesos internos que mueven nuestras vidas, nos habló sobre una clave para la felicidad: permanecer leves.
Nos dijo: “Una mente cargada puede arrebatar algunos momentos de placer fugaces, efímeros, pero no puede experimentar la verdadera felicidad, por eso la clave es permanecer siempre ligeros. Hoy en día, la habilidad para tomarse usted mismo y todo lo que le rodea con liviandad es quizás la capacidad número uno que hay que cultivar. Hay una necesidad vital de desarrollar los poderes internos para “tomarse las cosas con calma”. El estado de la mente de una persona depende de su actitud hacia las personas y objetos, y hacia los eventos que ocurren a su alrededor. También hay un dicho muy conocido: no puedes cambiar los eventos, pero puedes cambiar tu actitud hacia ellos. Sin embargo, cuando surgen las verdaderas situaciones, el cambio actitudinal es difícil debido a que el esquema mental ya está formado.
El primer cambio actitudinal fundamental para permanecer ‘liviano’ es siempre tener la firme resolución de hacerlo. Eres lo que piensas. La confianza y la claridad cambian las condiciones del miedo y la ansiedad, hacia alegría y felicidad. A esto sigue el segundo cambio actitudinal: Considere la vida como una celebración y no como una lucha o zona de guerra. Los saludos y buenos deseos intercambiados en las celebraciones son siempre una fuente de gran alegría y felicidad. Igualmente, volverse alguien que tiene buenos deseos por todo es la forma más fácil de hacer de su vida una celebración. La negatividad produce pensamientos inútiles y aumenta el número y velocidad de sus pensamientos, debilita la mente y ésta se vuelve propensa a las influencias externas. Esto diluye la calidad de los pensamientos, y por ende, la calidad de vida.
La atención ayuda a evitar la tensión. La reducción de pensamientos inútiles mejora la calidad de sus pensamientos. El poder de voluntad es el agregado de todos sus poderes internos como tolerancia, discriminación, juicio, concentración y cooperación. La voluntad de una persona con un buen reservorio de poderes internos siempre prevalecerá. De ahí el dicho ‘el que quiere, puede’. Un poder de voluntad fuerte le permite transformar una situación de posible falta de éxito. Una fuerza de voluntad fuerte no sólo le protege de influencias externas adversas, sino que lo empodera para ejercer influencia sobre el ambiente externo. Moverse de éxito en éxito siempre le mantendrá de buen ánimo. Esta es la fórmula para permanecer liviano y feliz bajo todas las condiciones y circunstancias”.
Con el transcurrir de los días fuimos descubriendo algunos secretos más para mantenernos tan leves y felices: pensar positivamente, hablar poco, hablar bajo, hablar dulce, desear lo mejor para sí y el prójimo, comer respetando la vida de las otras especies, mantenernos contentos y hacer felices a otros.
No en vano, Las Naciones Unidas han reconocido esta ferviente labor nombrando a Brahma Kumaris: Mensajera de Paz para el mundo. Su directora, Dadi Janki, es categórica sobre su lema: “Cuando nosotros cambiamos, el mundo cambia.”
Web Brahma Kumaris: www.bkwsu.org/argentina
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